¿Alguna vez han pensado en la típica persona que va todo el día detrás de su jefe haciéndole la pelota, que sus "amigos" se aprovechan de ella por ser el nuevo y que no tiene personalidad? Pues esa persona soy yo.
Permítanme que me presente: soy Joaquín Tridente, un diablo en prácticas.
Mis compañeros y mi jefe me llaman por el mote de "novato", debido a que hace dos días empecé a trabajar como diablo fastidioso (trabajo que consiste en molestar a la gente que se porta bien).
Este mes me he propuesto subir un escalón más y llegar a diablo fastidioso superior, para que mis amigos me tengan más respeto y dejen de lllamarme novato y puedan tener un despacho en condiciones.
Hasta ahora mi despacho estaba ubicado en un cuarto de baño que ya no se usaba debido a que la cisterna y el lavabo no funcionaban. Mi mesa era la tapa del retrete y escribía informes en papel higiénico.
Pero lo que hoy no sabía era que mi vida estaba a punto de cambiar en cuestión de minutos.
Al llegar la hora de la comida, recibí una llamada de mi jefe que me ordenaba que fuese a su despacho.
Al entrar en él, sentí un escalofrío, eso sí que era terrorífico. Las paredes estaban pintadas de rojo, los sillones eran de piel negra y en frente mío, se encontraba una criatura dentro de una caja que no estaba seguro de qué tipo de animal se trataba.
De repente contemplé la silueta de un tipo gordo vestido de rojo con dos pequeños cuernos en la cabeza. Se trataba de mi jefe, más conocido como Satanás.
Me hizo sentarme en uno de esos sillones y me dijo: "Buenas tardes, novato, espero que no haya interrumpido algo importante, pero pensé que este trabajo que tenía para ti te interesaría".
Fue andando hasta su mesa, agarró una hoja llena de polvo y la extendió sobre mis manos. En ella se podía leer "PROYECTO 213: ARRUINAR LA NAVIDAD".
Me explicó cómo mi vida daría un cambio brusco si conseguía realizar con éxito este proyecto. También me contó que este proyecto consistía en que yo tenía que ir al mundo donde vivían los humanos a arruinar la Navidad y a todo elemento relacionado con ella.
Muy contento y algo nervioso, fui al ascensor que me conduciría a aquel lugar habitado por personas. Al llegar, vi pasar una cabalgata y decidí sabotarla, pero una de las personas encargadas de la cabalgata me debió confundir con Papá Noel y me subió a una de esas enormes carrozas decoradas con dibujos de renos.
Al ver a tantos niños sonreír, supe que no estaba cumpliendo mi misión.
Fracasado, me bajé de aquella carroza a buscar otra manera de fastidiar la Navidad. Fui andando por aquellas alegres calles llenas de adornos navideños. Al pasar por una iglesia, se me ocurrió una idea: robar la Biblia, pero al intentar acercar la mano a ella, un cura cogió un incensario y empezó a darme golpes con él y a gritarme: "¡Fuera de la casa del Señor!".
Salí corriendo de aquel lugar.
En ese momento se me ocurrió alquilar un sótano en el que fui escondiendo los regalos que iba robándole a los niños. Metí todos los regalos robados dentro de aquel lugar. Me di cuenta de que a pesar de que las no tuvieran regalos, estaban felices cantando alrededor de la chimenea villancicos.
Me di cuenta de que nada podía hacer frente a aquellas personas con tan elevado espíritu navideño. Decidí volver al infierno para contarle a mi jefe que había fracasado.
Como castigo, mi jefe me convirtió en zambomba y me envió a aquel mundo de humanos.
Por eso, si un día cantando canciones alrededor del belén con la zambomba, de repente oyes unos gruñidos, no te asustes. Posiblemente la zambomba que tengas en tus manos sea yo, Joaquín Tridente.
Patricia Trigo. 2º ESO A.
Permítanme que me presente: soy Joaquín Tridente, un diablo en prácticas.
Mis compañeros y mi jefe me llaman por el mote de "novato", debido a que hace dos días empecé a trabajar como diablo fastidioso (trabajo que consiste en molestar a la gente que se porta bien).
Este mes me he propuesto subir un escalón más y llegar a diablo fastidioso superior, para que mis amigos me tengan más respeto y dejen de lllamarme novato y puedan tener un despacho en condiciones.
Hasta ahora mi despacho estaba ubicado en un cuarto de baño que ya no se usaba debido a que la cisterna y el lavabo no funcionaban. Mi mesa era la tapa del retrete y escribía informes en papel higiénico.
Pero lo que hoy no sabía era que mi vida estaba a punto de cambiar en cuestión de minutos.
Al llegar la hora de la comida, recibí una llamada de mi jefe que me ordenaba que fuese a su despacho.
Al entrar en él, sentí un escalofrío, eso sí que era terrorífico. Las paredes estaban pintadas de rojo, los sillones eran de piel negra y en frente mío, se encontraba una criatura dentro de una caja que no estaba seguro de qué tipo de animal se trataba.
De repente contemplé la silueta de un tipo gordo vestido de rojo con dos pequeños cuernos en la cabeza. Se trataba de mi jefe, más conocido como Satanás.
Me hizo sentarme en uno de esos sillones y me dijo: "Buenas tardes, novato, espero que no haya interrumpido algo importante, pero pensé que este trabajo que tenía para ti te interesaría".
Fue andando hasta su mesa, agarró una hoja llena de polvo y la extendió sobre mis manos. En ella se podía leer "PROYECTO 213: ARRUINAR LA NAVIDAD".
Me explicó cómo mi vida daría un cambio brusco si conseguía realizar con éxito este proyecto. También me contó que este proyecto consistía en que yo tenía que ir al mundo donde vivían los humanos a arruinar la Navidad y a todo elemento relacionado con ella.
Muy contento y algo nervioso, fui al ascensor que me conduciría a aquel lugar habitado por personas. Al llegar, vi pasar una cabalgata y decidí sabotarla, pero una de las personas encargadas de la cabalgata me debió confundir con Papá Noel y me subió a una de esas enormes carrozas decoradas con dibujos de renos.
Al ver a tantos niños sonreír, supe que no estaba cumpliendo mi misión.
Fracasado, me bajé de aquella carroza a buscar otra manera de fastidiar la Navidad. Fui andando por aquellas alegres calles llenas de adornos navideños. Al pasar por una iglesia, se me ocurrió una idea: robar la Biblia, pero al intentar acercar la mano a ella, un cura cogió un incensario y empezó a darme golpes con él y a gritarme: "¡Fuera de la casa del Señor!".
Salí corriendo de aquel lugar.
En ese momento se me ocurrió alquilar un sótano en el que fui escondiendo los regalos que iba robándole a los niños. Metí todos los regalos robados dentro de aquel lugar. Me di cuenta de que a pesar de que las no tuvieran regalos, estaban felices cantando alrededor de la chimenea villancicos.
Me di cuenta de que nada podía hacer frente a aquellas personas con tan elevado espíritu navideño. Decidí volver al infierno para contarle a mi jefe que había fracasado.
Como castigo, mi jefe me convirtió en zambomba y me envió a aquel mundo de humanos.
Por eso, si un día cantando canciones alrededor del belén con la zambomba, de repente oyes unos gruñidos, no te asustes. Posiblemente la zambomba que tengas en tus manos sea yo, Joaquín Tridente.
Patricia Trigo. 2º ESO A.
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