martes, 21 de diciembre de 2010

Un grupo de senadores asesina a Júlio César

En el día de ayer, un grupo de senadores asesinó a puñaladas a Julio César, Sumo Pontífice de Roma, cuando éste se dirigía a una reunión del Senado romano en el Teatro de Pompeyo.

Ayer, 15 de marzo del 44 a.C, será una fecha recordada para la eternidad. El pontífice máximo, Julio César, fue cruelmente asesinado a puñaladas por un grupo de senadores en el Teatro de Pompeyo. Al parecer, los líderes de esta conjura han sido Casio, Casca y Bruto. Éstos decían actuar "en nombre de las libertades".

Pero fuentes cercanas a los asesinos afirman que no estaban solos, ya que tenían muchos senadores a su favor. Todo fue planeado ingeniosamente; consiguieron echar a Marco Antonio y distrajeron a César mientras uno de ellos le clavaba un puñal, y así, todos los senadores detrás de él. Marco Antonio y Octavio han declarado que vengarán la muerte de César y que no descansaran hasta hallar a todos los implicados en el asesinato del sumo pontífice de Roma.

Álvaro Díaz-Rato, 3ºC

Estalla una huelga de duendes en Polonia

Los duendes que trabajan actualmente para Papá Noel, han decidido hacer huelga en protesta por su bajo salario. Todo ocurrió la semana pasada, en Polonia.
      Esta es una de las peores noticias recibidas este año y en estas fechas, casi en Navidad. Últimamente se han sucedido varias huelgas en Polonia, debido a la reducción de salarios, a consecuencia de la crisis internacional, razón por la que estos respetados seres han decidido no trabajar.
       El querido y famoso Papá Noel, tras enterarse de esta extraña noticia, ingresó en el hospital el pasado jueves, tras sufrir un infarto. Su estado de salud es estable y los médicos afirman que está fuera de peligro, pero esta situación mantiene a los niños de todo el mundo en un estado de preocupación sin precedentes.

Rosa Magaña. 3ºD

Un diablo navideño muy especial

¿Alguna vez han pensado en la típica persona que va todo el día detrás de su jefe haciéndole la pelota, que sus "amigos" se aprovechan de ella por ser el nuevo y que no tiene personalidad? Pues esa persona soy yo.


Permítanme que me presente: soy Joaquín Tridente, un diablo en prácticas.


Mis compañeros y mi jefe me llaman por el mote de "novato", debido a que hace dos días empecé a trabajar como diablo fastidioso (trabajo que consiste en molestar a la gente que se porta bien).


Este mes me he propuesto subir un escalón más y llegar a diablo fastidioso superior, para que mis amigos me tengan más respeto y dejen de lllamarme novato y puedan tener un despacho en condiciones.


Hasta ahora mi despacho estaba ubicado en un cuarto de baño que ya no se usaba debido a que la cisterna y el lavabo no funcionaban. Mi mesa era la tapa del retrete y escribía informes en papel higiénico.


Pero lo que hoy no sabía era que mi vida estaba a punto de cambiar en cuestión de minutos.


Al llegar la hora de la comida, recibí una llamada de mi jefe que me ordenaba que fuese a su despacho.


Al entrar en él, sentí un escalofrío, eso sí que era terrorífico. Las paredes estaban pintadas de rojo, los sillones eran de piel negra y en frente mío, se encontraba una criatura dentro de una caja que no estaba seguro de qué tipo de animal se trataba.


De repente contemplé la silueta de un tipo gordo vestido de rojo con dos pequeños cuernos en la cabeza. Se trataba de mi jefe, más conocido como Satanás.


Me hizo sentarme en uno de esos sillones y me dijo: "Buenas tardes, novato, espero que no haya interrumpido algo importante, pero pensé que este trabajo que tenía para ti te interesaría".


Fue andando hasta su mesa, agarró una hoja llena de polvo y la extendió sobre mis manos. En ella se podía leer "PROYECTO 213: ARRUINAR LA NAVIDAD".


Me explicó cómo mi vida daría un cambio brusco si conseguía realizar con éxito este proyecto. También me contó que este proyecto consistía en que yo tenía que ir al mundo donde vivían los humanos a arruinar la Navidad y a todo elemento relacionado con ella.


Muy contento y algo nervioso, fui al ascensor que me conduciría a aquel lugar habitado por personas. Al llegar, vi pasar una cabalgata y decidí sabotarla, pero una de las personas encargadas de la cabalgata me debió confundir con Papá Noel y me subió a una de esas enormes carrozas decoradas con dibujos de renos.


Al ver a tantos niños sonreír, supe que no estaba cumpliendo mi misión.


Fracasado, me bajé de aquella carroza a buscar otra manera de fastidiar la Navidad. Fui andando por aquellas alegres calles llenas de adornos navideños. Al pasar por una iglesia, se me ocurrió una idea: robar la Biblia, pero al intentar acercar la mano a ella, un cura cogió un incensario y empezó a darme golpes con él y a gritarme: "¡Fuera de la casa del Señor!".


Salí corriendo de aquel lugar.


En ese momento se me ocurrió alquilar un sótano en el que fui escondiendo los regalos que iba robándole a los niños. Metí todos los regalos robados dentro de aquel lugar. Me di cuenta de que a pesar de que las no tuvieran regalos, estaban felices cantando alrededor de la chimenea villancicos.


Me di cuenta de que nada podía hacer frente a aquellas personas con tan elevado espíritu navideño. Decidí volver al infierno para contarle a mi jefe que había fracasado.


Como castigo, mi jefe me convirtió en zambomba y me envió a aquel mundo de humanos.


Por eso, si un día cantando canciones alrededor del belén con la zambomba, de repente oyes unos gruñidos, no te asustes. Posiblemente la zambomba que tengas en tus manos sea yo, Joaquín Tridente.


Patricia Trigo. 2º ESO A.

ROBAN LAS JOYAS DE LA CORONA BRITÁNICA

Ayer, día 14 de diciembre, se produjo el robo de las joyas de la corona en el Palacio Real británico, durante un apagón. Se desconoce todavía la identidad del ladrón, pero la policía está usando todos sus medios para encontrarlo.

Durante el apagón del Palacio Real de anoche, las joyas de la corona de la reina de Inglaterra desaparecieron. El ladrón, que aún está siendo buscado, irrumpió en el palacio durante el apagón, dejando una nota que decía: “El Tornado”.
Según los trabajadores de la central eléctrica desde la que se provocó el apagón, las máquinas funcionaban perfectamente hasta las 12:02, hora en la que empezaron a parpadear y se apagaron. Las causas se desconocen, pero la brigada a cargo de la investigación asegura que estos dos sucesos están conectados entre sí.

El soldado encargado ayer de la guardia, declaraba que todo estaba tan tranquilo como cualquier otra noche, hasta que alguien lo golpeó en la nuca y lo dejó sin sentido. Al despertar, las joyas habían desaparecido y el ladrón había escapado sin ser visto. Todo esto apunta a que se pueda unir este suceso a toda una serie de robos que se han ido produciendo a lo largo del año, todos por un mismo autor. La brigada espera encontrar a ese ladrón y acabar con estos hurtos de una vez por todas.



Rafael San Martín 4ºB

El colegio San Patricio crea una asociación para ayudar a las niñas de Turkana


Ayer, día 2 de diciembre, uno de los colegios privados de Madrid, el colegio San Patricio, creó una asociación para ayudar a las jóvenes de Turkana. El proyecto consiste en crear un colegio para poder ofrecer una educación a aquellas niñas que no pueden acceder a ella.

El Colegio San Patricio ha decidido crear una asociación para evitar la pobreza en Turkana. Han ayudado a las niñas menores a llevar una vida lo más normal posible, construyendo un colegio. “Su enseñanza es bastante buena”,  afirma la Directora  General del colegio. “Aprenden su propia lengua, además del Inglés y las asignaturas Matemáticas y Ciencias”.

Todos los alumnos del colegio están colaborando para que este proyecto salga adelante. Han organizado un rastrillo de Navidad en el que el dinero recaudado irá destinado a este propósito, además del dinero reunido con las papeletas de de lotería. Aún siguen luchando para hacer realidad su sueño y el de cincuenta niñas, y afirman que no se rendirán.

Mónica Bonfanti. 2ºD

Siguiendo los dictámenes de distintos estudios médicos que declaran que la Coca-Cola es dañina para la salud.

Retiran la Coca-Cola de la cafetería del Colegio

J.A.L. Las autoridades del Colegio San Patricio, situado en el Soto de la Moraleja, han tomado la trascendental decisión de retirar de la cafetería del Colegio el sustento cafeínico diario de muchos jóvenes estudiantes que ahora caen rendidos en las clases.
Muchos profesores reclaman a los directores del centro educativo que devuelvan a los frigoríficos del Colegio la preciada y energética bebida, ya que la estadística de fracaso escolar se ha disparado en apenas dos semanas.
Riadas de alumnos se agolpan ante las puertas de los despachos del Colegio solicitando la vuelta de la Coca-Cola a su vida escolar, ya que la cercanía de la conocida semana blanca, y la llegada de la Navidad son alicientes que empujan a los estudiantes a trabajar con mayor ahínco, aumentando así los niveles de necesidad cafeínica.
Viernes, 3 de noviembre de 2010
                  
                                  José Alonso López 3ºD

Unas navidades raras

Había un vez un yo, o, en otras palabras, un árbol de navidad. Era el más bonito de todos los arboles. El más elegante. Todas las navidades se sacaba el grandioso árbol para ser adorado.

¡Por fin! Sería el gran día que llevaba esperando todo el otoño, primavera y verano… Unos cuantos meses que se diga. Por fin notaba que unas manos suaves tocaban mis hojas verdes, notaba que me sacaban de esa antigua caja llena de polvo. Cómo me enganchaban mis tres partes del tronco. Me llevaron del trastero al jardín y del jardín me arrastraron hasta… hasta… ¿Dónde estoy? ¡Esto no es mi salón! No, no puede ser, el salón donde yo había estado era de color rojo, tenía unas cortinas limpias con unos estampados de flores que adornaban esos sofás con rombitos que tanto me gustaban. Pero, por desgracia, no me encontraba en ese lugar tan afortunado, me encontraba en un “salón” sin cortinas con todo el suelo cubierto de un papel lleno de polvo y trozos de pintura seca tirada en el suelo, las paredes cubiertas por un gris feo, pero muy feo; menos una, que estaba tapada con un trozo de madera. Los muebles estaban cubiertos de plástico y había muchas herramientas desordenadas esparcidas por toda la habitación que parecían inútiles. ¡Era desagradable solo de mirarlo! No solo eso sino que encima hacía frío, mucho frío. Encontrarse en ese sitio tan horrible me hacía tener un vacío por dentro. Estaba muy triste, al principio creía que solo iban a ser un par de días, pero pasaban las semanas, y no me sacaban de ese sitio…

Siempre había sido el centro de atención. ¿Qué pasaba ahora? ¿Por qué me habían llevado ahí? ¿Por qué ya no me querían? ¡Yo siempre había sido el más admirado en navidad, el más querido! La gente me adoraba. Pero estas navidades tenía la sensación de que iban a ser diferentes, aunque todavía no habían llegado las navidades tenía toda la pinta. Nadie me prestaba atención… Ni siquiera me miraban. En casa, bueno, en el salón, sólo había unos obreros que venían solamente para fastidiarme, levantarme pronto por las mañanas, llenarme de polvo mis preciosas hojas de color verde y dar horribles martillazos a la pared que me mareaban.

Los echaba de menos, mi amigo el belén con la mula y el buey, la virgen que era tan dulce, el niño Jesús, que cada vez que se reía conseguía sacarme toda la felicidad que tenía por dentro… sí… me acuerdo de mi estrella, esa bonita y brillante estrella que me favorecía trillones. Y esas luces que hacía que me prestaran más atención y hacía que la gente de alrededor fuera feliz sólo de verme. Me acuerdo de mi adorno de navidad favorito: el ángel, con esa cara perfecta, esas alas brillantes y ese vestido tan delicado. Lo echaba de menos todo… Me estaba preguntando dónde estarían y cómo estarían, cuando oigo a dos personas discutir. Esas personas me sonaban, su voz, sus suspiros, sus gritos. Empecé a pensar. ¡Esas personas eran mis dueños! Caí en la cuenta de que se peleaban por las obras que estaban haciendo en su salón y que les arruinaría la navidad. Que habían invitado a hacer una fiesta en navidad y no podía estar así. ¡Qué alegría! Seguro que acabarían antes de navidad. Mi dueña es muy estricta y cabezota.
Pasaron los días. Escuché cómo cerraban la puerta de un portazo. Parecía que la casa se había quedado en silencio. Pasó una semana. ¡La casa llevaba en silencio una semana ya! Era triste. No se oía nada. Me sentía solo. Tenía miedo. Además hacía mucho frío porque estaba casi en plena calle, porque, como habían destrozado toda la pared, sólo había una tabla de madera cubriéndola. Mientras pensaba en todo esto escuché como la tabla se caía y venían 5 hombres con aspecto sucio y con piercings. Uno llevaba una coleta, otro una Cresta, otro el pelo rojo, otro lo llevaba rapado, y el último, llevaba el pelo cortito y teñido de colorines. Me tiraron al suelo y me destrozaron unas cuantas ramas. Estuvieron en casa metidos como unos 10 minutos. Finalmente se fueron, con algunas cosas en la mano. Me habían destrozado mis preciosas ramas, estaba hecho polvo. Estaba tirado en el suelo. Me sentía débil e inútil.

Al cabo de unas horas escuché girar la llave de la puerta. Eran los señores de la casa. Entraron al salón. ¡Por fin les vi! Eran iguales que las navidades pasadas sólo cambiaba una arruga más que otra y algunas canas más, lo demás era idéntico. Me hacía gracia, porque, cuando les vi, fue el último momento que sentí que estaba en mi casa. Les noté asustados y muy agobiados. Creo que era porque habían notado la presencia de estos chicos en la casa. Me pusieron de pie. Me trasladaron a un hall pequeño, pero bonito. Me colocaron algún adornillo que otro, pero ninguno era mi preferido. Para ser sinceros eran todos bastante feos. Al parecer, según de lo que me enteré cuando hablaban delante de mí, era que mañana sería navidad. ¡Qué ilusión! Por fin llegaría el gran día de felicidad. Como tenía una ventana a la derecha, podría ver como anochecía y amanecía. ¡Era precioso!

Me quedé toda la noche pensando en cómo sería el gran día, cuando abrieran los regalos, y cómo de grandes estarían los niños…

Por la mañana, muy temprano vi a los niños porque iban a desayunar, para ir a la cocina había que pasar por el hall en el que me encontraba. Se pararon a mirarme ¡que detalle por su parte!, pero me llevé una gran decepción cuando exclamaron: ¡Que feo está este año el árbol! Y se fueron.

Les volví a ver cuando salieron por la puerta, iban muy arreglados el chico iba con corbata y todo. Y la chica con un vestidito rosa. No volvieron hasta por la noche. Estaba esperanzado de que por la noche pasara algo. Pero mis esperanzas se derrumbaron. No pasó nada. Me suponía que los regalos estaban en la casa donde habían estado todo el día.

A la mañana siguiente me desmontaron y me colocaron en la misma caja de todos los años. Otra navidad pasada. ¡No me lo podía creer! ¡Todo lo que había sufrido para nada! Otro año más, ¡Tenía que esperar otro año más! ¡Estas han sido las peores navidades! Espero que el año que viene no sea igual.

El tiempo es oro.

Esa Navidad sólo había pedido un regalo en mi carta a los Reyes Magos, y no era porque no quisiese más cosas, sino porque quería demostrarles a todos mis compañeros que son estas personas míticas los que cada año nos dejan los regalos que con ilusión hemos pedido y no los padres. Por lo tanto, mi único regalo debía ser muy especial, algo que no estuviera al alcance de una persona normal.

Estuve pensando mucho tiempo qué pedir, y justo cuando estaba haciendo mi examen de lengua se me ocurrió el regalo perfecto que siempre había deseado: ¡poder parar el tiempo!

La literatura es una asignatura que nunca se me ha dado muy bien y en medio de aquel examen me quedé en blanco. Deseé con todas mis fuerzas parar el tiempo para poder sacar el libro sin que nadie se enterase, escribir todas las respuestas, volver a guardarlo y descongelarlo para entregar el examen. Parar el tiempo era la solución a todos mis problemas, o eso creía.

Llegó el día de reyes. Primero fuimos toda la familia a la cabalgata; después tomamos churros con chocolate y al caer la noche, ya con las cartas enviadas por mi madre a los Reyes Magos de Oriente, nos fuimos a dormir.

La noche de reyes siempre me costaba mucho dormir, pensando si habría sido lo suficientemente buena como para me trajeran todos regalos que había pedido. Sin embargo, ese año no fue así, pues estaba tan segura de se me concedería lo que había pedido, que me dormí al segundo de meterme en la cama. Al despertar, todos mis hermanos fueron corriendo a ver los regalos que estaban junto a sus zapatos, pero yo no me apresuré tanto: llegué al salón con paso lento, me agaché sobre mi zapato y en él encontré una notita al lado de una muñeca preciosa que decía así:


“Querida amiguita:

Te hemos concedido el deseo que nos has pedido, de forma que durante este año siempre que lo desees podrás parar el tiempo a voluntad. No obstante, te queremos advertir que este regalo no ayudará a resolver todos tus problemas, como tú misma podrás comprobar. Además, te hemos traído esta muñeca que esperamos te guste, porque es muy probable que el otro regalo te decepcione.”

Al leer la carta pensé que los sabios reyes de Oriente, después de todo, no eran tan sabios, pues estaba convencida de que con mi nuevo don podría resolver todos mis problemas con los estudios, además de permitirme realizar otras muchas cosas.

Al principio no sabía cómo se paraba el tiempo, pero con paciencia empecé a controlar este don. Al poco tiempo, podía parar a todas las personas del planeta, todos los relojes del mundo (excepto el mío, claro), incluso el movimiento de todo el universo sólo con pensarlo en mi cabeza. No me di cuenta de lo que había pedido hasta que lo tuve, ¡menudo regalazo!

En los primeros meses no utilicé mucho el don, sólo unas 4 ó 5 veces y para cosas muy cotidianas, como mirar las soluciones en el libro mientras hacíamos un examen, evitar que se me cayese un vaso de cristal al suelo, para no perder el bus de vuelta a casa. Pero el don tenía algo adictivo y cada vez me costaba más refrenar el deseo de parar el tiempo.

Cuando llegó el verano, podía pasarme días y días durmiendo y al despertar no había pasado ni un minuto; ya no estudiaba nunca, total, podía sacar el libro en el examen las veces que quisiese; ya no tardaba horas y horas en arreglarme, mi padre no me tenía que esperar ni un segundo, pues los congelaba a todos hasta que salía del baño arregladísima. Era un lujo, mi tiempo real sólo lo empleaba para divertirme.

No me di cuenta de todo lo que había perdido, hasta que volvió a llegar el invierno, no había obtenido los conocimientos que todos mis compañeros a base de estudiar habían conseguido, me había vuelto una vaga y una egoísta, el propósito de pedir este regalo se me había olvidado; sólo utilice mi don para mí, sin compartirlo o ayudar con él a nadie; y lo peor era que, como mi tiempo no se paraba, yo seguía haciéndome mayor y ahora aparentaba casi 15 cuando en realidad tenía 13 recién cumplidos.

Las siguientes navidades decidí que sólo pediría un regalo a los Reyes Magos, o mejor dicho, esta vez iba a pedir que me quitasen el don que el año anterior me habían dado, pues no lo podía controlar y tampoco había resuelto mis problemas con los estudios, pues seguía siendo una ignorante de tomo y lomo.

Volviendo la vista atrás, no me arrepiento en absoluto de haber podido parar el tiempo a pesar de sus posteriores consecuencias, pero ahora me doy cuenta de que el verdadero regalo que me hicieron fue la gran lección de que el tiempo es oro.

María Escribano. 3º ESO B.

El derby de Navidad

Champiñoano Setaldo nació en Villaseta de los Champiñones (Portugal).Cuando nació sus padres le pusieron ese nombre en honor a su pueblo. Chompi (ese era su mote) era muy aficionado al fútbol, y jugaba en el Sporting de Villaseta.

 Todos los años, el día de Navidad, se celebraba un partido de fútbol entre los mejores equipos de Villaseta en honor a Chamiego Marasetona. Los equipos eran el Sporting de Villaseta, capitaneado por Champiñoano Setaldo, y el Atlético de Cáctus, capitaneado por Cheester Messi.

Cuando terminaba el partido, un hombre vestido de Papá Champiñón lanzaba regalos desde un reactor propulsado por setasoil. 

Como era costumbre, el partido se jugaba una hora y media antes de medianoche, para que justo a las doce cayeran los regalos de los jugadores y aficionados. 

Llegó la noche del derby de Villaseta de los Champiñones:
                  Sporting de Villaseta - Atlético de Cáctus
Se sentía un ambiente cargado ya que los equipos eran eternos rivales y los aficionados estaban animando a su equipo como si su vida dependiese de ello.

 El árbitro dio el pitido de inicio. Llegó el minuto 35 y el defensa Setín Champiñano realizó una dura entrada a Cactunio Gonzapinchez, que fue castigada con falta y tarjeta amarilla. Fue Cheester el que se preparó para lanzar la falta. Iker Setillas estaba preparado para detener el disparo pero su colocación no fue lo suficientemente buena para parar el disparo de Cheester. Llegó el 1 – 0, pero el marcador no permanecería así por mucho tiempo. En el minuto 43, justo antes del descanso, Chompi recibió un centro de rabona por parte de Champiño Venenez, que remató con una espléndida tijereta que acabó en gol. El empate volvió al marcador y llegó el descanso.

 En el reactor que estaba sobrevolando el estadio con los regalos se abrió un boquete y un regalo cayó en las manos de Chompi. Lo abrió y encontró un amuleto con forma de copo de nieve. Dentro de la caja también venían unas instrucciones que decían que era un amuleto mágico que le concedería tres deseos. Y sin dudarlo ni un momento, se lo colgó al cuello y fue corriendo al campo de fútbol para reanudar el partido. 

Cuando Chompi vio que no marcaban y quedaban pocos minutos para el final del partido, decidió gastar su primer deseo y pidió que su equipo marcara gol y ganara el partido. Y así fue. En el minuto 87, tras un pase de Setildo Champihuevo , Champiño Venenez disparó a puerta y rebotó en el palo. Pero antes de que saliera por línea de fondo, apareció Chompi para recoger el balón y realizar un potente disparo para dar la victoria a los suyos, La afición estalló de emoción y todos los jugadores de su equipo fueron a celebrar el gol con él.

Cuando terminó el partido y cayeron los regalos, vio que algunos niños no tenían regalo porque eran muy pequeños y no llegaban a cogerlos. Entonces Chompi usó su segundo deseo para concederles regalos a esos niños, y los niños sonrieron felices al verse con tantos regalos. Finalmente, Chompi llegó a su casa, pero no sabía en qué gastar su último deseo. Miró por la ventana y vio a niños solos que no estaban disfrutando de la Navidad. Y, ¿a que no sabéis para qué utilizó su último deseo? Para desearnos una feliz Navidad a todos.

Javier Hernández Ortiz. 1º ESO.

Esperando a Jesús

Era el día de Nochebuena. Un ángel se apareció a una familia normal, una familia como la tuya, o como la mía, o como tantas otras familias que todos conocemos, un padre, una madre y dos hijos. Tan normal que, tú que lees esta historia, vas a pensar que es la tuya propia.

-Os traigo una buena noticia: esta noche Jesús vendrá a visitaros.

Todos quedaron muy contentos. Nunca habían creído posible que en su casa pudiera suceder algo así. Prepararon una cena excelente para recibir a Jesús. También se encargaron de adornar la casa y limpiaron como locos para que no quedara ni una mota de polvo.

De repente sonó el teléfono. Un amigo del mayor de los chicos le pidió que le acompañara, que había quedado con un compañero de clase que llevaba varios días triste. 

-          ¡Qué dices! Hoy estoy muy ocupado y tampoco es tan amigo mío.

Poco después volvió a sonar el teléfono. Esta vez era para Andrea, la hija. Una amiga suya llamaba indignada. Muchas de las chicas de su clase estaban comentando la última broma de mal gusto que habían hecho a una de ellas y le echaban la culpa a Andrea. Colgó enfadadísima y se prometió a sí misma no volver a hablar con esa chica.

-          ¿Qué se habrá creído? No solo no la voy a perdonar sino que en cuanto pueda voy a darle motivos para que hablen mal de mí con razón.

La siguiente llamada fue para la madre. Era otra madre de una de las niñas implicadas en la discusión, estaba enfadadísima con la hija y con la madre.

-          ¿Cómo se atreve tu hija? ¡Y tú tienes parte de la culpa! ¿Cómo le consientes?

No tenía tiempo ni de escuchar, todavía no había terminado la cena.

-          ¿Eres tonta o qué? Ocúpate de tu hija y deja a la mía en paz.

La familia continuó preparando la cena: latas de caviar, champán en la nevera, un mantel de encaje… Mientras ultimaban los detalles alguien llamó a la puerta. ¿Será que ya llega Jesús?, pensaron. Con el corazón acelerado, el padre fue a abrir la puerta. Pero era la abuela que había quedado a cenar con una amiga, y se había puesto enferma. Preguntaba si podía cenar con ellos y el padre se temió que, si se quedaba, no iba a dejar hablar a nadie y Jesús se iba a horrorizar e iba a salir corriendo. Se había vuelto tan pesada con los años…

-          Mamá, mejor vete a cenar con mi hermano, los niños son más pequeños y les hará ilusión verte.

La abuela dio media vuelta y se marchó un poco triste.
Al final, lograron tener a punto la cena. La familia en pleno esperaba emocionada la ilustre visita. Sin embargo, pasaban las horas y Jesús no aparecía. Hasta que todos fueron vencidos por el sueño.

A la mañana siguiente, al despertar, la mujer se encontró frente al ángel.

-          ¿Puede un ángel mentir? – gritó muy enfadada. ¿A qué se debe esta broma pesada?

-          No fui yo el que mintió; tampoco hubo ninguna broma –contestó el ángel sonriendo- ¡Fuisteis vosotros los que no tuvisteis ojos para ver! Y es que Jesús estuvo aquí, en vuestra casa, no una, sino cuatro veces. Pero vosotros, más preocupados por la elegancia de la mesa y por la apariencia de la casa, no fuisteis capaces de reconocerlo ni de acogerlo.

Navidad no es el pasado que hay que recordar, sino el presente que hay que vivir:
Cuando decides amar a los que te rodean, ese día es Navidad.
Cuando decides dar un paso de reconciliación con el que te ha ofendido, ese día es Navidad.
Cuando te encuentras con alguien que te pide ayuda y lo socorres, ese día es Navidad.
Cuando te tomas el tiempo para charlar con los que están solos, ese día es Navidad.
Cuando comprendes que los rencores pueden ser transformados a través del perdón, ese día es Navidad.
Cuando renuncias al materialismo y al consumismo, ese día es Navidad.
Cuando eliges vivir en la vida y en la esperanza, ese día es Navidad.

Eva López  Rodríguez. 1º ESO D.

La verdadera Navidad

“Había una vez hace poco, pero que muy poco tiempo en un país muy cercano un niño llamado Des”.

Llegado a este punto dejé de leer. ¿Quién es el tonto al que se le ocurriría  empezar un libro con “Hace poco tiempo” y “En un país muy cercano”? Pero lo peor, y con diferencia, era el nombre del protagonista: “Des” ¿Quién se va a leer un libro en el que su protagonista se llama Des? Te lo diré yo: Nadie.

Así que allí estaba yo, con un libro malísimo entre las manos y pensado preocupado qué podía hacer. Me llamo Gonzalo, soy un chico normal de Secundaria con los ojos marrones y el pelo castaño revuelto, mis notas son de la media; voy tirando con uno o dos suspensos, pero me las arreglo bien. Así que ya veis, soy un chico de lo más común.

Cerré el libro que tenía entre las manos mientras daba vueltas por la habitación pensando cómo iba a hacer el complicado trabajo que me habían puesto en lengua: escribir un cuento sobre la Navidad. ¡Qué locura! Pero si ni siquiera me gustaba la Navidad, más bien la odiaba. Estaba ya harto de que en todas las películas o dibujos animados pintasen la Navidad como una época de reconciliación y amistad, una época en la que todo es perfecto y no hay ningún problema. Porque la realidad es muy distinta, en Navidad sigue habiendo los mismos rencores, los mismos accidentes de tráfico y las mismas peleas. Decían que en Navidad ocurrían milagros… ¡JA! el único milagro que podía ocurrir era que yo sacase más de un cinco en ese cuento que debía hacer.

Estaba intentando inspirarme con cuentos sobre la Navidad, cuando terminé de comprobar que hasta el último libro que teníamos en casa tenía un comienzo tan desastroso como el del niño que se llamaba Des, o un final tan malo como: “Comieron felices y vivieron perdices”.

Salí a la calle para dar un paseo y relajarme. Nada más salir el frío del invierno me azotó en la cara con fuerza y eso me sentó bien. Cuando llevaba ya un rato dando vueltas sin rumbo fijo, vi una cosa que me impactó: unos niños de unos diez años de edad iban cantando villancicos por la calle mientras llevaban una bolsa de la compra. Se notaba que estaban felices. Entonces fue cuando miré a mi alrededor y lo vi todo con nuevos ojos: los escaparates decorados con vivos colores, los árboles de Navidad que se podían ver en las casas de la gente con sus luces y adornos, las canciones de Navidad que salían por las ventanas de los edificios y, sobre todo, la alegría que se respiraba en el aire. Fui andando pensativo hacia mi casa mientras pensaba en todas las nuevas sensaciones que acababa de experimentar y en ideas para el cuento navideño. De pronto me percaté de que estaba cruzando por un paso de cebra y el semáforo estaba en rojo, un coche se abalanzo sobre mí.
Cuando me desperté estaba tumbado en la fría acera, ileso. ¿Había sido suerte? Claro que no. Había sido el milagro de la Navidad.

Jorge Monedero. 3º ESO E

jueves, 9 de diciembre de 2010

El sistema Stanislavski

Esta es la historia de los famosos asesinatos del teatro Capitol de la Gran Vía.

Toda la ciudad se encontraba expectante ante el estreno de una obra original de un autor novel, cuya peculiaridad consistía en que por orden expresa del dramaturgo, solo debía ser interpretada una única vez. La obra trataba sobre una serie de asesinatos que ocurrían en un pequeño pueblo de la sierra.

Pedro, que acababa de salir de la escuela de arte dramático, estaba pletórico porque había conseguido el  papel protagonista, mientras que su amigo Raimundo iba a resultar curiosamente una de sus víctimas. Entonces llegó la noche del estreno. La trama se origina cuando el asesino se siente rechazado por los demás habitantes del pueblo. A lo largo de la obra su conciencia le dice que todos ellos deben morir por haberse burlado de él. Así acababa el primer acto. En el segundo, comenzaban los asesinatos: la primera de las víctimas moría ahorcada en el granero y antes de acabar el acto, un pescador aparecía ahogado en la presa.  En el tercer acto, le tocaba el turno de morir al policía, personaje encarnado por Raimundo. 

En el descanso Raimundo, angustiado por ser su debut artístico, fue al camerino de su compañero que representaba a la víctima del granero, para que le deseara buena suerte ya que había llegado su turno de salir a escena. Tras llamar un par de veces a la puerta y al ver que nadie contestaba, se dio cuenta de que la puerta estaba abierta y decidió entrar. Cuando traspasó el umbral, no podía creer lo que estaba viendo: una figura que colgaba del techo se balanceaba en la oscuridad.  Asustado, corrió a buscar ayuda y al pasar junto a los baños, pudo ver lo que parecía una persona tumbada con la cabeza dentro del váter. En un principió pensó que se trataba de alguien a quien los nervios estaban jugando una mala pasada, sin embargo al observar la ausencia de movimiento del cuerpo, se acercó y pudo comprobar que se trataba de un cadáver.
Presa del pánico, oyó que le llamaban a escena y se imaginó el patio de butacas lleno a rebosar. Como arrastrado por una fuerza mayor consiguió salir a escena dispuesto a interpretar el papel de su vida en el que el joven policía del pueblo consigue desenmascarar al asesino aunque finalmente éste, al verse descubierto, le quita la vida.

De repente todo empezó a tomar forma en su cabeza. Recordó el sistema Stanislavski  que les habían enseñado en la escuela de arte dramático. Consistía en meterse en la piel del personaje incluso fuera del escenario para comprender mejor lo que siente.  En ese instante comprendió todo lo que acababa de ocurrir, su amigo había llegado a un punto en su intento de llegar a la perfección en la caracterización, que le había llevado a confundir realidad y ficción. Ahora le llegaba el turno a él y sentía cómo un sudor frío corría por su espalda. Su propio amigo le estaba amenazando en escena con un arma de mentira, pero no pasaría mucho tiempo antes de que una vez abandonado el escenario, corriera la misma suerte que el resto de sus compañeros. En plena escena del forcejeo, se dio cuenta de que el arma era un afilado cuchillo y al intentar librarse de una estocada,  empujó a Pedro con tan mala suerte que cayó sobre el mismo. La sangre comenzó a brotar y el silencio se apoderó de la sala. Segundos después el público se levanto y empezó a aplaudir, ajeno al auténtico guión de la obra.

Javier Santos
1º Bachillerato