Laura Rivera. 2º BACH. A
Amanece, que no es poco, en el Imperio en el que una vez no se ponía el sol, y en el que hoy la palabra “reivindicación” se escucha más que los buenos días.
Dios, Buda, Alá, Zeus, o como tenga usted a bien llamarme, abre un ojo. Y cuando el Ente abre un ojo, es porque le han despertado. Digo el Ente porque así me llamo cuando tengo crisis de personalidad como ahora. No hay que ser un genio para saber que, cuando se despierta al Ente, malo. Como buen Ente que soy, solo abandono voluntariamente mi letargo celestial cuando recibo la visita de algún dictador que necesite un especial correctivo o cuando el mundo anda excesivamente despistado y le doy un empujoncito al próximo bebé. No me mires así, que estaba claro que Einstein, Dalí y Bruno Mars tenían que venir de alguna parte.
A lo que iba. Los humanos, que son inconscientes en extremo sobre las consecuencias catastróficas para ellos que tendría un mal despertar mío, me sacan de mi letargo cada vez más a menudo. Y cuando cierto colectivo de inconscientes a los que considero por encima de la media en cuanto a privilegios usa en exceso la palabra “quiero” seguida de un “algo” en lugar de un “alguien”, se acercan peligrosamente a desencadenar esas consecuencias fatales.
Como os decía, acaba de hacer acto de presencia en cierta zona mi amigo Ra, y ya han conseguido interrumpir mi divino descanso los inconscientes. Quiero que se acabe la crisis. Quiero la independencia. Quiero que haya sanidad privada. Quiero que mi país no se desbarajuste. Quiero que haya sanidad pública. Quiero que reformen la educación. Quiero que me toque la lotería. Quiero que quiten el Bolonia. Quiero irme a otro país a estudiar. Quiero que le caiga un ladrillo en la cabeza a Rubalcaba. Quiero que ganemos las elecciones. Quiero que bajen los precios. Quiero que mi profesor se quede calvo, para que aprenda. Quiero que suban los precios. Quiero que le caiga una maceta en la cabeza a Rajoy. Quiero que Andreita se coma el pollo de una vez. Quiero aprobar selectividad. Quiero que Dios escuche mis plegarias (já). Quiero el acercamiento de los presos. Quiero que todos los votos valgan lo mismo. Quiero, quiero, quiero, quiero.
Me planteo seriamente concederles a todos una afonía permanente. Y tengo una idea brillantemente divina. Cada uno va a tener lo próximo que me pida. Verás que bien. Tras un bostezo digno de un Óscar (que para algo soy El Ente), me dispongo a retomar un descanso que considero más que merecido.
Hay una segunda cosa que también me despierta involuntariamente. Si un número suficiente de inconscientes piensa algo a la vez, ese pensamiento suena alto en mi cabeza divina. Si además es una petición, suena muy alto. Si además comienza con el famoso “quiero”, digamos que el nivel es ensordecedor.
A pesar de la cantidad de decibelios que soporto en estos momentos, no puedo menos que sonreír, con algo de mala idea, lo admito. Son tan maleables estos humanos. Quiero que todo vuelva a ser como antes. Si ya lo sabía yo. Echo un vistacillo: en una España que ahora sería solo Españ, ya que le faltan ciertas dependencias, la sanidad no es pública ni privada, con lo cual no hay; el sistema educativo se ha reformado pero no se ha implantado la reforma, con lo cual no hay; la lotería le ha tocado a medio país, con lo cual tocan a cantidades ridículas; ha habido un aumento significativo de casos de calvicie repentina en miembros del profesorado de colegios e institutos…
Me aguanto las ganas de concederles la petición a mi manera, que sería que todo fuese como antes… de que los inconscientes desarrollasen el sistema fónico, y me limito a sorprenderme una vez más de lo agudo que estuve al inculcar a estos humanos eso que llaman “psicología inversa”. Tu dale a un inconsciente lo que pide, que en un rato te pedirá lo contrario.
¿Vaya mierda, no? Quiero que pongas al mismo nivel que tu mierda las conquistas sociales como son la sanidad pública, la educación para todos (como evidentemente no ocurre en tu colegio), y el respeto por los derechos humanos. La gente pide por pedir y el pobre Dios tiene que aguantar a humanos caprichosos muríendose de asco porque tus padres o los directores de tu instituto siempre han votado a la derecha. Gracias por tu mierda, niña del San Patricio.
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