Había una vez, hace no demasiado tiempo, una casa. A simple vista, parecía una casa normal, pero, en realidad, era especial.
En esta casa vivía Juan, un muchacho soltero, con su perro, que derrochaba alegría, Sancho. Era un perro de tamaño pequeño, bastante rápido, (a decir verdad), y no era un perro verde, pero se acercaba bastante. Y es que Sancho tenía unas características especiales; él no era normal.
Sus ojos parecían tener un bote de luz dentro. Alumbraban más que una bombilla. Y sus orejas, ¡AY!, sus orejas... parecían dos deliciosas cataratas de chocolate rozando el suelo.
A Sancho le gustaba saltar; bueno, más bien, pegar brincos. Y otra de sus características especiales era que podía caminar sobre sus patas traseras (...)
Un día, Juan fue a pasear a Sancho a un escalofriante parque.
Digo escalofriante, porque los árboles eran feos, y no se movían con el viento.
Digo escalofriante, porque el banco de arena en el que normalmente juegan todos los niños en los demás parques, parecía de cenizas después de haber encendido una buena chimenea.
Digo escalofriante, porque en él no había niños saltando, niños riendo, o niños jugando.
Asustados, Juan y Sancho volvieron a la extraña casa en la que vivían. En el camino de vuelta, encontraron un libro, más parecido a una biblia que a un libro normal, pues tenía un gran grosor. Lo cogieron y rápidamente entraron en casa.
Y, ahora que me acuerdo, os digo por qué la casa era extraña; era extraña porque parecía tener vida propia, parecía que te abrazaba, haciendo todo más acogedor, más bonito, más tranquilo, más silencioso.
Cuando, ya tumbados en el sofá, abrieron el libro y empezaron a leer, se quedaron un poco impresionados. Y es que el libro parecía que con las mismas palabras escritas, les estuviera hablando a ellos.
Les decía que, al encontrarlo, debían guardarlo en una mochila, tirarla al río, y que fuera arrastrado por la corriente, como si nadara.
El caso es que, en unos años, ese mismo libro, sería encontrado por otra persona, con un perro extraño, irá corriendo a esa misma casa, será leído, y esto se repetirá, y se repetirá, y se repetirá.
Y lo más emocionante, es que el siguiente, podría ser cualquiera de nosotros.
María Pereda Escola. 1º ESO A
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